miércoles, diciembre 14, 2005

El crucero (II)

Llegamos al portal de mi casa. Entonces hablaste.
- Elena, ha estado muy bien, pero es mejor que lo olvidemos. Ambos estamos casados, no podemos arriesgarnos a iniciar una aventura o algo así. Tengo un hijo... - Tu voz sonó trémula al pronunciar aquellas palabras que rompían la magia de la noche.
Mi voz sonó enfadada al responderte, aunque quise aparentar frialdad.
- No te preocupes. Ha estado bien, pero no quiero mantener una doble vida ni nada así.
Adiós Ramiro -
Bajé del coche dando un portazo.
Me sentía tremendamente enfadada conmigo misma. Con él.
Pensé en su poca delicadeza. Bueno, mejor así que descubrir al día siguiente, en el trabajo, que ya no querías saber nada de mí, o que evitabas saludarme o encontrarme.
Mejor así.
Intenté no hacer mucho ruido al entrar a la habitación, mi marido dormía, pero se removió susurrando unas palabras ininteligibles y siguió durmiendo.
Le di un beso con ternura al acostarme.
¿Qué había hecho?
Jamás había sido infiel. No estaba enamorada de mi marido. Creo que no lo estuve nunca. Era un buen amigo. Un buen compañero. Pero no sentía amor.
--------------------------
Yo renuncié al amor hace años, cuando mi primer novio me dejó.
Creí no superar tanto dolor. Creí morirme. Años de mi vida dedicados a él.
Estudiamos juntos. Primero en el instituto, luego en la Universidad.
Toda mi vida a su lado hasta que un día dijo que no me quería.
Hasta que un día mi vida se derrumbó.
Mis padres estaban tan preocupados por si hacía alguna tontería. De hecho alguna hice. Tomé pastillas deseando morir. Intenté nadar sin rumbo en el mar. Abandonarme a las olas hasta mi extenuación.
Pero seguía viva. Con aquel pensamiento taladrando mi ser.
Estaba sola. No me amaba ya.
Mi marido fue en aquellos tiempos mi amigo. Horrorizado por el modo en que me abandonó mi primer amor, que también era su amigo, se volcó en mi.
Me apoyó. Me dio estabilidad emocional. Se enamoró de mí.
Nos casamos.
Pero jamás le había amado. Jamás había vuelto a sentir.
Y ahora acababa de acostarme con un compañero de trabajo.
¿Por qué? ¿Para qué? Me había dejado llevar por un impulso. Por coquetería. Por saberme viva. Por ser capaz de sentir, de dejarme llevar.
--------------------------
Los días pasaron lentamente, intentaba no recordar aquella noche pero veía a Ramiro cada día.
Entraba a mi despacho, nos cruzábamos por el pasillo. Algo en mi me impulsaba a pensar en él y renunciar a olvidar aquella noche.
Una tarde entró en mi despacho, no habíamos vuelto a hablar desde aquella noche. Mis compañeros no estaban, me encontré de nuevo sola frente a aquel hombre que me desarbolaba. Que me podía.
- Elena, quiero que hablemos -
Muy seria le dije que le escuchaba.
- He estado pensando en lo de la otra noche. Una y otra vez. No puedo dejar de pensar en ello y desearía saber qué piensas tú -
Se aproximó a mí lentamente y tomó mi mano.
Me levanté mirándole a los ojos y, sin saber cómo, nos besamos otra vez.
Allí estaba de nuevo yo, abrazada a aquel hombre, sin importarme nada.
Hicimos el amor en el despacho. Con locura. Con pasión.
Nada nos importaba en aquellos momentos.

No hay comentarios: