martes, mayo 02, 2006

El paraguas roto

Llovía. Asomado a la ventana de mi despacho pude verla llegar caminando lentamente por la avenida y espere a que cruzará la calle por el paso de enfrente,como cada mañana.
Mi respiración empañaba los mojados cristales.
Sonreí levemente viendo sus esfuerzos por cobijarse de la lluvia bajo aquel traidor paraguas que de repente se dejo vencer por la fuerza del viento y se doblo.
Por fin el semáforo permitió su paso y aún pude ver, antes de que cruzará el umbral del portal del edificio, como echaba el paragüas roto a una papelera.
No sé si en algún momento miro hacía arriba y me vio tras el cristal, quise pensar que sí.
Volví a sentarme tras la mesa fingiendo leer los escritos que tenía preparados para firmar.
Y esta vez si vi como miro de reojo hacía mi despacho cuando caminaba por el pasillo central de la oficina.
Yo siempre tenía la puerta abierta, así podía vigilar mejor a mis empleados.
Pero ella era diferente.
Había llegado como un soplo de aire fresco a mi vida, para recordarme que aún era capaz de desear sentirme vivo.
Firmo un contrato de seis meses en el departamento de personal y llego a mi oficina.
Era una mañana cualquiera de enero.
Podía recordar la primera vez que la vi.
No fue allí, fue en septiembre, en unas pruebas selectivas para cubrir unas vacantes.
En uno de los descansos la descubrí en la cafetería del local.
Hablaba y sonreía con otras mujeres.
Y nuestras miradas se cruzaron varias veces.
Sucedió algo especial que nos unió por unos breves segundos.
Jugamos a rehuir las miradas y a buscarnos una y otra vez durante aquella tarde.
No volví a verla hasta que pasaron unos meses, ni siquiera sabía su nombre.
Y aquella mañana de enero se presento en mi despacho.
Sé que también me reconoció. Habían pasado cuatros meses desde la primera vez.
Y aquel invierno busque su cara cada mañana al entrar a la oficina.
Nuestras miradas siguieron cruzándose pero ninguno osaba traspasar la barrera del silencio.
Era su jefe, no podía romper mi imagen de hombre autoritario y severo y tampoco sabía como hubiese reaccionado ella si hubiese intentado acercarme más. Estaba en juego mi reputación.
Alguna vez intenté esperarla al salir pero ella sabiamente se escabullía sin mirar atrás.
Y también en alguna ocasión cuando ya no quedaba nadie en la oficina me acercaba hasta su mesa, me detenía a su lado mientras seguía leyendo ficticiamente algún documento pero ella jamás alzaba su vista hacía mi ni me miraba,pero podía ver como temblaba su cuerpo por mi proximidad.
Un invisible imán nos hacía sentirnos atraidos. Pero nada haciamos.
Alguna vez ella pareció insinuarse pero entonces era yo quien temía echar por la borda mi posición.Pensaba en mi trabajo y en mi familia y me sentía incapaz de involucrarme en una aventura de amor.
Y así fueron pasando los meses.
A veces como aquella mañana si llegaba y ella no estaba, me asomaba a mi ventana para verla llegar.
Los dos éramos unos cobardes, unos cobardes casados, sé que ella pensaba en mí y que yo vivía cada día y cada noche en sus fantasías y sueños.
Lo sé porque yo pensaba en ella cada minuto y cada segundo, pero me sentía atrapado entre lo que deseaba y lo que debía hacer.
Y así el tiempo se fue escurriendo lentamente, regalándonos de vez en cuando un guiño de esperanza que no supimos o quisimos atrapar.
Pude haberla tenido entre mis brazos pero preferí esperar que el tiempo me ayudara a olvidar aquel imposible.
Y los años han pasado muy lentamente desde que dejamos de vernos cada día, primero se traslado ella a otro departamento, después me marche yo a otra ciudad donde acepte un puesto de mayor responsabilidad.
No he podido olvidarla y he ido sumiéndome en esta dulce amargura de seguir sabiéndola mía aún sin tenerla, sin sentirla…
Y a veces, en algún día lluvioso como hoy, recuerdo a aquella mujer que luchaba en vano contra el viento y un paraguas y me imagino como podría haber sido todo si hubiésemos sabido luchar contra las inclemencias de nuestras vidas y hubiésemos apostado por sentirnos y probar la suerte de vivir juntos aquel amor…

4 comentarios:

Lucia dijo...

me encanta.. me encanta.

tierragramas dijo...

increíble.

Cuántas historias así se dibujan a diario!


buenísimo texto!

felicitaciones!

espero leas el mío.

Saludos

Elisabeta dijo...

lucia,me alegra que te haya gustado :)

tierragramas,si,una historia más...y sin final feliz...un besote,luego te visito

kabbalah,imagina pues la tristeza de ella viendole asomado a la ventana mirandola...

Anónimo dijo...

Pues mira, hablando de paraguas rotos...
http://www.paraguasroto.com